01:50

Que difícil es entender a las mujeres, y aún más difícil tratar de entenderte a ti misma. No se sí a los hombres les pasa que sienten mil cosas, piensan de 100 formas diferentes y analizan de más... Mejor dicho, no se sí a alguien más le pasa; pero tengan por seguro que a mi si, la mayoría de las veces. Es la 01:41 am, la batería esta por terminarse, a esta hora ya no encuentras a casi nadie en el chat de Facebook, a nadie que entienda las estupideces que deseas decir a la 01:41. Enviar un mensaje a alguien?, no, es muy tarde, además como ya dije, no se bien lo que siento. Sólo quiero llorar.
Es como si lo que tienes es perfecto, y es por eso que no puede ser, debe haber algo mal, hay algo que no se. O tal vez no.
Ven como es confuso, ni yo lo entiendo.
Problemas de confianza, eso es.
Hay cosas por las cuales no debería preocuparme pero ahí están, siempre, recordandomelo.
Sólo tengo 21, hay tantas cosas por las cuales estar alegre, y yo se que me esperan cosas buenas, pero a veces me hace falta creérmelo. Es como si un par de meses tuviera la chispa, el entusiasmo, y luego, de pronto, por un pequeño detalle, una simple conversación y una gran capacidad para armar situaciones en mi cabeza, todo se derrumba.
Aquí tampoco hay personas que entiendan lo que pasa a las ahora 01:49 de la mañana

Aquel encuentro...


Él llego puntual, ella temblaba de miedo, de nervios, de amor. 
Esteban se encontraba al otro lado de la calle, Lizeth logro descifrar el perímetro de su cuerpo entre la oscuridad de la noche. El parecía confundido, tratando de encontrarla.
-Hola!- gritó Lizeth. Por fin se vieron, sin verse.

Los dos caminaban en aceras distintas, de manera paralela hasta llegar al final de la calle.
No hubo saludo formal ni beso en la mejilla que diera inicio a aquel encuentro.
El plan era visitar algún bar, o algún café en búsqueda de una platica amena y sonrisas pretenciosas.
Hacia meses que no se veían, pero siempre que estaban frente a frente existía una fuerza magnética mas potente que la gravedad.
Caminaron por el centro de la ciudad, guardando distancia, contándose secretos con la mirada, diciendose cosas que sus labios no podrían pronunciar.
Rieron como nunca antes, la fuerza de atracción orillaba a lizeth a unir sus labios con los de Esteban bajo los faroles de la plaza; pero ella tenía demasiado autocontrol, y besarlo seria prácticamente un suicidio. La pondría en evidencia.

Las calles lucían solitarias, era casi de madrugada y ningún establecimiento se encontraba disponible para albergar sus deseos de miraditas coquetas.
Lizeth propuso ir a su casa, llevar a cabo su plan bajo sus reglas.
Llegaron y se sentaron en el sofá, encendieron el televisor y decidieron ver una película.

Hola! Por azares del destino has llegado a este blog. Aqui podrás leer anecdotas personales e historias que a veces pasan por mi cabeza.
Disfruta cada línea (:
 
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